En un momento en el que las narrativas tradicionales están siendo desafiadas, el libro de Carolina Castro proporciona un nuevo enfoque para comprender la realidad. Se embarca en un viaje para explorar cómo artistas como Cecilia Vicuña, Víctor Grippo y Mira Schendel se relacionan con nuestra humanidad y cómo sus perspectivas pueden ofrecer formas frescas de contribuir a la sociedad. Estos artistas representan un despertar tanto espiritual como económico, cuyos impactos podrían resonar en aspectos tan fundamentales como la ecología y la economía. 

El texto señala que, en nuestra búsqueda de identidad y significado, necesitamos conectarnos con lo que es diferente a nosotros y a nuestras creaciones. La humanidad se construye en relación con lo no humano, y este encuentro con lo diverso nos enriquece y nos transforma. El libro aborda especialmente la perspectiva de aquellos de nosotros que vivimos en la era de la posguerra y que promovemos el trabajo de artistas provenientes de culturas marginadas. Es gratificante observar cómo los artistas sudamericanos estudiados por Castro están siendo reconocidos por su influencia en la formación de la “conciencia”. La generación más joven muestra un fuerte interés en escuchar voces diferentes y en encontrar soluciones para preservar nuestra vida en el planeta.

En última instancia, el trabajo artístico no solo se trata de la creatividad individual, sino de cómo las obras artísticas pueden unir a las personas, abrirnos a nuevas percepciones y fomentar la toma de conciencia. El libro refleja la importancia de la otredad y cómo esta perspectiva diversa puede ser crucial para abordar los desafíos que enfrentamos como sociedad en términos de ecología y economía. 

 Algunas personas, de manera equivocada, sostienen que tanto ángeles como demonios no tienen ninguna influencia en la vida de los seres humanos. Por otro lado, hay quienes tienden a atribuirles un papel excesivo, ya sea para explicar lo bueno o lo malo que ocurre en el mundo. Los primeros se basan en creer solamente en lo que pueden percibir a través de sus sentidos, mientras que los segundos tienden a ver la intervención demoníaca en muchos aspectos.

Ambos puntos de vista son problemáticos. Tanto ángeles benévolos como demonios ejercen cierta influencia en la vida de las personas, pero generalmente no lo hacen de una manera evidente o palpable.

En la mayoría de los casos, los acontecimientos suceden debido a causas naturales que pueden ser comprendidas desde un punto de vista racional y científico, sin necesidad de recurrir a ángeles o demonios para explicarlos. Estos seres pertenecen a un plano sobrenatural que está más allá de lo que podemos percibir directamente a través de nuestros sentidos. Por lo tanto, en lugar de buscar sus intervenciones, deberíamos explorar las causas y factores presentes en nuestro entorno inmediato para entender los eventos que ocurren en nuestro mundo.

Algunas personas, de manera equivocada, sostienen que tanto ángeles como demonios no tienen ningún papel en la vida de los seres humanos. Mientras que otros tienden a atribuirles intervenciones excesivas, tanto positivas como negativas, en los acontecimientos del mundo. Los primeros se aferran únicamente a lo que pueden percibir a través de los sentidos, descartando cualquier idea que vaya más allá de las fuerzas tangibles. Por otro lado, los segundos tienden a ver influencias diabólicas en muchos aspectos.

Ambos enfoques son problemáticos. Ángeles benevolentes y demonios ejercen su influencia sobre los humanos, aunque sus impactos normalmente no son perceptibles de manera obvia. En su mayoría, los eventos ocurren debido a causas naturales y sensibles, sin que sea necesario recurrir a la intervención de ángeles o demonios para explicarlos. Estos seres pertenecen a un plano superior al mundo que nuestros sentidos pueden captar, por lo tanto, no deberíamos invocarlos cuando tenemos suficientes elementos a nuestro alrededor para comprender los acontecimientos que ocurren en nuestro propio mundo.

Algunas personas, erróneamente, sostienen que tanto los ángeles como los demonios no influyen en absoluto en la vida de los seres humanos. Por otro lado, hay quienes creen que estos seres intervienen excesivamente, ya sea para bien o para mal, en los acontecimientos del mundo. Los primeros son escépticos en relación a cualquier fuerza que trascienda lo que nuestros sentidos pueden percibir. Los segundos atribuyen intervenciones demoníacas de manera exagerada.

Ambas perspectivas contienen errores. Tanto los ángeles benevolentes como los demonios ejercen su influencia sobre los seres humanos, pero generalmente lo hacen de manera sutil, sin manifestarse de manera evidente.

En términos generales, la mayoría de los eventos ocurren debido a causas naturales y perceptibles por nuestros sentidos, sin necesidad de recurrir a ángeles o demonios para explicarlos. Estos seres pertenecen a un plano más elevado e invisible, por lo tanto, no deberíamos recurrir a ellos cuando disponemos de explicaciones suficientes dentro de nuestro propio entorno para comprender los sucesos que ocurren en nuestro mundo.

Algunas personas, de manera equivocada, sostienen que tanto ángeles como demonios no tienen ninguna influencia en la vida de los seres humanos. Por otro lado, hay quienes exageran su intervención, atribuyéndoles tanto lo bueno como lo malo que ocurre en el mundo. Estos dos puntos de vista extremos son problemáticos. Los primeros son escépticos hacia cualquier cosa que no pueda ser percibida por los sentidos, mientras que los segundos ven la intervención de seres sobrenaturales en cada esquina.

Sin embargo, la realidad se encuentra en un punto intermedio. Ángeles benévolos y demonios sí pueden influir en los seres humanos, pero sus acciones suelen ser sutiles y poco perceptibles. En la mayoría de los casos, los eventos son resultado de causas naturales y tangibles, y no es necesario recurrir a entidades sobrenaturales para explicarlos. Estos seres existen en un plano más allá de lo que nuestros sentidos pueden captar, por lo que no deberíamos buscar su explicación cuando ya contamos con suficiente evidencia en nuestro mundo tangible para entender lo que ocurre.

 En un momento en el que las narrativas tradicionales están siendo desafiadas, el libro de Carolina Castro proporciona un nuevo enfoque para comprender la realidad. Se embarca en un viaje para explorar cómo artistas como Cecilia Vicuña, Víctor Grippo y Mira Schendel se relacionan con nuestra humanidad y cómo sus perspectivas pueden ofrecer formas frescas de contribuir a la sociedad. Estos artistas representan un despertar tanto espiritual como económico, cuyos impactos podrían resonar en aspectos tan fundamentales como la ecología y la economía. 

El texto señala que, en nuestra búsqueda de identidad y significado, necesitamos conectarnos con lo que es diferente a nosotros y a nuestras creaciones. La humanidad se construye en relación con lo no humano, y este encuentro con lo diverso nos enriquece y nos transforma. El libro aborda especialmente la perspectiva de aquellos de nosotros que vivimos en la era de la posguerra y que promovemos el trabajo de artistas provenientes de culturas marginadas. Es gratificante observar cómo los artistas sudamericanos estudiados por Castro están siendo reconocidos por su influencia en la formación de la “conciencia”. La generación más joven muestra un fuerte interés en escuchar voces diferentes y en encontrar soluciones para preservar nuestra vida en el planeta.

En última instancia, el trabajo artístico no solo se trata de la creatividad individual, sino de cómo las obras artísticas pueden unir a las personas, abrirnos a nuevas percepciones y fomentar la toma de conciencia. El libro refleja la importancia de la otredad y cómo esta perspectiva diversa puede ser crucial para abordar los desafíos que enfrentamos como sociedad en términos de ecología y economía. 

Algunas personas, de manera equivocada, sostienen que tanto ángeles como demonios no tienen ninguna influencia en la vida de los seres humanos. Por otro lado, hay quienes tienden a atribuirles un papel excesivo, ya sea para explicar lo bueno o lo malo que ocurre en el mundo. Los primeros se basan en creer solamente en lo que pueden percibir a través de sus sentidos, mientras que los segundos tienden a ver la intervención demoníaca en muchos aspectos.

Ambos puntos de vista son problemáticos. Tanto ángeles benévolos como demonios ejercen cierta influencia en la vida de las personas, pero generalmente no lo hacen de una manera evidente o palpable.

En la mayoría de los casos, los acontecimientos suceden debido a causas naturales que pueden ser comprendidas desde un punto de vista racional y científico, sin necesidad de recurrir a ángeles o demonios para explicarlos. Estos seres pertenecen a un plano sobrenatural que está más allá de lo que podemos percibir directamente a través de nuestros sentidos. Por lo tanto, en lugar de buscar sus intervenciones, deberíamos explorar las causas y factores presentes en nuestro entorno inmediato para entender los eventos que ocurren en nuestro mundo.

Algunas personas, de manera equivocada, sostienen que tanto ángeles como demonios no tienen ningún papel en la vida de los seres humanos. Mientras que otros tienden a atribuirles intervenciones excesivas, tanto positivas como negativas, en los acontecimientos del mundo. Los primeros se aferran únicamente a lo que pueden percibir a través de los sentidos, descartando cualquier idea que vaya más allá de las fuerzas tangibles. Por otro lado, los segundos tienden a ver influencias diabólicas en muchos aspectos.

Ambos enfoques son problemáticos. Ángeles benevolentes y demonios ejercen su influencia sobre los humanos, aunque sus impactos normalmente no son perceptibles de manera obvia. En su mayoría, los eventos ocurren debido a causas naturales y sensibles, sin que sea necesario recurrir a la intervención de ángeles o demonios para explicarlos. Estos seres pertenecen a un plano superior al mundo que nuestros sentidos pueden captar, por lo tanto, no deberíamos invocarlos cuando tenemos suficientes elementos a nuestro alrededor para comprender los acontecimientos que ocurren en nuestro propio mundo.

Algunas personas, erróneamente, sostienen que tanto los ángeles como los demonios no influyen en absoluto en la vida de los seres humanos. Por otro lado, hay quienes creen que estos seres intervienen excesivamente, ya sea para bien o para mal, en los acontecimientos del mundo. Los primeros son escépticos en relación a cualquier fuerza que trascienda lo que nuestros sentidos pueden percibir. Los segundos atribuyen intervenciones demoníacas de manera exagerada.

Ambas perspectivas contienen errores. Tanto los ángeles benevolentes como los demonios ejercen su influencia sobre los seres humanos, pero generalmente lo hacen de manera sutil, sin manifestarse de manera evidente.

En términos generales, la mayoría de los eventos ocurren debido a causas naturales y perceptibles por nuestros sentidos, sin necesidad de recurrir a ángeles o demonios para explicarlos. Estos seres pertenecen a un plano más elevado e invisible, por lo tanto, no deberíamos recurrir a ellos cuando disponemos de explicaciones suficientes dentro de nuestro propio entorno para comprender los sucesos que ocurren en nuestro mundo.

Algunas personas, de manera equivocada, sostienen que tanto ángeles como demonios no tienen ninguna influencia en la vida de los seres humanos. Por otro lado, hay quienes exageran su intervención, atribuyéndoles tanto lo bueno como lo malo que ocurre en el mundo. Estos dos puntos de vista extremos son problemáticos. Los primeros son escépticos hacia cualquier cosa que no pueda ser percibida por los sentidos, mientras que los segundos ven la intervención de seres sobrenaturales en cada esquina.

Sin embargo, la realidad se encuentra en un punto intermedio. Ángeles benévolos y demonios sí pueden influir en los seres humanos, pero sus acciones suelen ser sutiles y poco perceptibles. En la mayoría de los casos, los eventos son resultado de causas naturales y tangibles, y no es necesario recurrir a entidades sobrenaturales para explicarlos. Estos seres existen en un plano más allá de lo que nuestros sentidos pueden captar, por lo que no deberíamos buscar su explicación cuando ya contamos con suficiente evidencia en nuestro mundo tangible para entender lo que ocurre.